viernes, 16 de diciembre de 2011

La luz

Atardece otra vez. Él, la imagina descansando bajo un pórtico, el cual ni siquiera conoce o existe. Le gusta pensar que ella está viendo el mismo sol que él mientras este baja para dar lugar a la noche.

Ni siquiera hay un suspiro para el, pero el no lo sabe y tampoco lo quiere creer. Piensa que de algún modo u otro modo la vida ha de corresponderle tanto sufrir, no solo por ella, sino el de tantos años de desesperanza.

Ella entra a dormir, reposa su cabeza en una almohada, dormitando, musitando frases a su persona amada. Una y otra vez la imagen cruza por su cabeza, él lo sabe: no es el. Quiere creer que ese cielo estrellado que lo cubre fue tapizado por cada uno de sus deseos de estar juntos, pero la razón vence a su corazón y rompe el silencio de su alma con un grito que ha de repetir una y otra vez. 

Se dice a si mismo que desista, que no puede luchar contra algo tan grande, pero también su corazón le hace creer que no podría haber obstaculos mientras sus sentimientos sean sinceros. A final de cuentas él le podría enseñar que detrás de la oscuridad que dejo aquel, aun hay una luz que ambos pueden seguir.

Poco a poco se convence de que quizás, él no es el indicado, que esa persona que quiere a su lado solo le traera sufrimiento y aun cuando anhela ese sufrimiento, lucha por convencerse de que no merece tal sacrificio.

Quizás sea mejor caminar sin miedo hacia la luz en compañia solamente de si mismo. Aun cuando la suerte este echada, el confia en su corazon para vencer cualquier obstaculo.




Sus pies llenos de lodo se separan del suelo una y otra vez en busca de la tan ansiada claridad y asi la tranquilidad. Lo que no sabe, es que la luz hace rato que se extinguió, aun para los que seguian creyendo en ella. 

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