No encuentro que escribir, pero sé que debo hacerlo.
Tengo dos sentimientos ahora en mi:
Uno es un amargo sabor a derrota, tan cortante que quizás hasta sería capaz de una locura, nada grave… la muerte no me sienta bien, además de que las viejas mañas no deben ser retomadas.
El otro… lo he conocido mucho, mucho tiempo. Le llamo esperanza. Tan grande, tan fuerte, tan irrompiblemente irrompible que podría hacer ver como un tonto a cualquier soñador.
Es difícil tener esas dos cosas a la vez, un momento toma la batuta uno, y al siguiente el otro…
Mi mente me juega bromas, no decide entre uno y otro. Por un lado, tengo todas las de perder, pero no tengo miedo de perder, pero también por primera vez, puedo decir a ciencia cierta que me gustaría ganar.
Las cosas que dije en la tarde/noche, eran tan reales que me espantaba lo que llegaba a pensar después de decirlas, pero la veía, y me daba cuenta de que cada vez quería decirlas más en serio, que por primera vez en mi vida estaba dispuesto a absolutamente todo, que ella sin decir nada me hacía creer, me hacía querer estar con ella por siempre… si… por siempre.
Para alguien como yo que le tiene tanto miedo a su futuro y al rebote de la suerte, empezaba a dejar ese miedo, empezaba a creer en si mismo y que las cosas pueden estar bien. Empecé a creer de nuevo en que todo podía mejorar, que por fin había llegado al lugar que me merecía.
Quería quedarme ahí, con ella, por el resto de mi vida.
Pero… porque siempre hay un pero, al parecer nunca tendré las cosas fáciles.
No son tantas cosas las que no nos permiten estar juntos, pero, son importantes, son cosas que yo hace rato dejé de entender: compromisos, tradiciones, más que nada, respeto e incluso, pensándolo lo más pesimistamente, amor.
Tiendo a pensar lo peor, a creer que lo que siento por ella no es lo suficientemente fuerte, que estoy equivocado al quererla… o amarla tanto. O que quizás y solo quizás, todo fue un sueño.
Y es ahí donde me crezco, es ahí donde encuentro fuerzas, en el sueño, en pensar que ella se ha vuelto parte de mi sueño y que como siempre diré, vale la pena luchar por cualquier sueño que se tenga.
Donde menos debería de apoyarme, ahí es donde más le recuerdo, donde más me dá fuerza pensar en ella, donde sé que a esa chaparrita y a mi nos queda mucho por delante y que esto no acaba más que de empezar.
¿Miedo? Si, porque sin el miedo, no hay esperanza, y hoy en día, y por el resto del tiempo que me quede junto a ella me aferraré a este sentimiento ¡con todas las fuerzas que tengo!
No voy a perder ni a bajar los brazos, no dejaré que me domine el miedo como otras veces, ella saca lo mejor de mi, y pienso sacar todavía más, no dejaré que se me niegue la felicidad, ya no más. Y si se dá el caso de que esta sea otra derrota, daré una pelea, que será recordada por generaciones, se hablará de esto en los libros y se mostrará como el signo de que la esperanza puede vencer cualquier adversidad.
Este calor en mi corazón es la prueba de mi voluntad de fuego, de que tengo las agallas de nunca rendirme y de que esta vez, y quizás solo por esta vez… te pido Lupita, te ofrezco mi miedo, te ofrezco mi esperanza, no para que todo me salga bien, solo para que ella, pase lo que pase, termine con quien termine y como termine, sea feliz, la más feliz de este mundo, eso, eso es lo que de verdad quiero.
¡ Arde voluntad del fuego, arde hasta extinguirlo todo!
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