Si te pregunta, dile que tu no tuviste la culpa, que la tuve yo.
Que estabas sola y yo me aproveché de eso para procurar estar siempre a tu lado.
Que estabas triste y yo saqué ventaja haciéndote reir todos los días.
Que nunca hablas y por eso yo nunca dejé de hablar.
Que te sentías deprimida y usé eso para hacerte sentir mejor.
Que ya no querías saber nada del mundo y me basé en eso para mostrarte otro diferente al que conocías.
Que te sentías debil y yo abusé de eso para darte fuerza.
Que cuando ya no creías encontrar a alguien que te hiciera soñar, llegué yo y despiadadamente me metí en tus sueños.
Que al verte seria, aproveché y te hice sonreir.
Que al verte a punto de llorar saqué provecho y te abracé y te dije que todo podía estar bien.
Háblale de todas las veces que te dije cosas para herirte.
De todas las veces que te engañé.
O que tal de todas las que abusé de tu cofianza.
Tantas y tantas veces que te obligué a actuar en contra de tu voluntad.
Cuéntale de cuantas veces te dije en tu cara que no confiaba en ti.
Dile también lo enojado que estaba cuando te conté mi mayor pena y dolor.
Coméntale de todas las veces que te obligué a pararte de tu lugar para que te sentarás cerca de mi.
O de las veces en que te hacía llegar tarde a casa egoistamente solo porque mi camión llega hasta las 9 y media.
Dile de las tantas y tantas veces en que me le quedaba viendo a otras como si no estuvieras ahí.
De las veces en que parecía que me gustaban otras más que tu.
De que siempre te detengo tus piernas cuando las empiezas a mover.
Que siempre te dí de fumar, lo cual te mata poco a poco.
Aclárale que lo que yo hice solo fueron meses, un tiempo mucho menor, por lo mismo sin tanta importancia, comparado con el que tienen juntos.
Pero entonces también...
Cuéntale de como me alegra el verte ya en la escuela cuando yo llego.
De lo idiotamente feliz que me hace llevarte una alegría o una paleta.
Lo agradable que es para mi que pagues las copias y reniegues de que te pague.
Háblale de lo que te dije cuando me contaste que te había pasado hace un año.
Enséñale el vampirito y los demás peluchitos que te regalé cuando más triste te veía.
Coméntale que te regale de cumpleaños.
Dile cuantas invitaciones a tomar decliné con tal de pasarme aunque fuera 5 minutos más contigo.
Cuéntale que empecé a comprar mentolados... solo porque a ti te gustan.
¡Dile cuanto me gustan tus benditas pecas!
Que a pesar de que no debo estar en el frío, cuando platicámos ni me duele mi cicatriz, a veces ni me acuerdo de ella.
Las veces que me la pasé estudiando con tal de explicarte (¡siendo que es pecado para mi!).
Leele lo que te escribí cuando ibas a dejar la escuela.
Lo cabrón que me siento cuando estoy contigo, como si nada me pudiera detener.
Háblale de lo mucho que me fascina el que seas tan madura.
O cuanto aprecio que seas tan educada.
O cuanto adoro cuando se te sale la maldad y dices algo en contra de alguien que se lo merece.
Dile que yo fuí el malo... dile que yo hice mal en enamorarme de ti, en soñar contigo... dile que todo lo hice sacando ventaja de tu situación... dile que todo lo hice por maldad...
Porque los malos nunca ganamos... y yo... soy el villano de esta historia.
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